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La historia del antiguo Perú: conoce los notables hallazgos arqueológicos de este 2023

23-10-2023

La historia del antiguo Perú: conoce los notables hallazgos arqueológicos de este 2023 La historia del antiguo Perú: conoce los notables hallazgos arqueológicos de este 2023

Gracias al denonado trabajo de arqueólogos peruanos y de otros países se sigue reconstruyendo sin cesar la ancestral y magnífica historia del Perú prehispánico. Y este 2023 se han registrado notables hallazgos arqueológicos que sorprenden al mundo y que revelan la incontable riqueza cultural heredada de las antiguas civilizaciones que poblaron y transformaron nuestro vasto y complejo territorio. Estos hallazgos enriquecen el notable patrimonio material e inmaterial de nuestro país.

A continuación, los descubrimientos arqueológicos más notables del Perú en lo que va de este año:

Templo del periodo Formativo en forma de U en Huaral

En febrero de este año, un equipo de investigadores liderados por el arqueólogo Pieter Van Dalen Luna encontró en el valle de Chancay, a una hora y media de Lima, restos de un templo en forma de letra “U” que tendría 3,500 años de antigüedad y es uno de los templos ceremoniales del periodo Formativo andino más grandes de la Costa central peruana.

Sepultado por toneladas de piedras del tipo de cantos rodados (circulares), el denominado templo en “U” de Miraflores, descubierto por el equipo de arqueólogos, está situado en la margen izquierda del valle bajo del río Chancay, en el distrito de Aucallama, provincia de Huaral, región Lima. 

Según el arqueólogo Van Dalen, este tipo de edificaciones fueron sitios ceremoniales con disposición en “U”, conformadas por una estructura piramidal central y dos edificaciones alargadas, en algunos casos articuladas con la edificación central. 

Tras el abandono del sitio, dijo, este fue cubierto con piedras y muchos de sus recintos fueron destruidos, siendo ocupado por la cultura Chancay (1000-1470 d. C.), cuyos habitantes lo utilizaron como áreas de enterramiento ocasional y las tumbas las elaboraron con las mismas piedras (cantos rodados) dejadas en la zona.

 

“La ejecución de este proyecto de investigación es trascendente debido a que permitirá conocer la importancia que tuvo este sitio ceremonial hacia el primer milenio antes de Cristo, en el contexto del valle de Chancay, quiénes lo ocuparon y con qué fin”, informó Van Dalen.

Las investigaciones, que dirige el también docente sanmarquino del Departamento Académico de Arqueología, de la Facultad de Ciencias Sociales, son las primeras de su tipo que se efectúan en la zona del norte de Lima.

 

“Estamos seguros de que en las próximas semanas reportaremos importantes hallazgos, que contribuirán al mejor entendimiento de este sitio arqueológico temprano con arquitectura monumental”, concluyó.

La “Chacana” o cruz andina más antigua de Sudamérica

El equipo dirigido por el arqueólogo Pieter Van Dalen volvió a ser noticia en marzo de este año cuando descubrió un templo de alrededor de 4,000 años de antigüedad en el valle de Chancay, provincia de Huaral, región Lima, que atesora en uno de sus frisos una cruz andina que, de estar completa, tal y como sospechan los expertos, sería la evidencia más antigua en Suramérica de una "chacana", nombre con el que son conocidas.

El equipo dirigido por el arqueólogo Pieter Van Dalen volvió a ser noticia en marzo de este año cuando descubrió un templo de alrededor de 4,000 años de antigüedad en el valle de Chancay, provincia de Huaral, región Lima, que atesora en uno de sus frisos una cruz andina que, de estar completa, tal y como sospechan los expertos, sería la evidencia más antigua en Suramérica de una "chacana", nombre con el que son conocidas.

Este hallazgo revelaría, según Van Dalen, que hubo una ocupación aimara hace 3,000 o 4,000 años en la costa central del Perú y que luego dicha población migró hacia el altiplano para asentarse permanentemente en lo que hoy es el departamento de Puno y el vecino país de Bolivia.

Este centro ceremonial en forma de letra "U" se ubica en la margen izquierda del valle bajo del río Chancay, dentro del sitio arqueológico de Miraflores, en la provincia de Huaral, a unos 95 kilómetros al norte de Lima.

El sitio arqueológico debe su nombre a que se encuentra dentro del centro poblado Miraflores, que pertenece al distrito de Aucallama, en la provincia de Huaral del departamento de Lima. Se ubica exactamente en la margen izquierda del valle bajo del río Chancay, a un kilómetro y medio de distancia de dicho río y junto a la carretera que va hacia el centro poblado de Miraflores. Desde la ciudad de Huaral se encuentra a 15 minutos en automóvil.

La distancia del sitio arqueológico al centro poblado de Miraflores es de aproximadamente 2 kilómetros, lo que ha permitido que el lugar se mantenga con buen estado de conservación, con el apoyo de la propia población, destacó.

Van Dalen explicó que el sitio arqueológico Miraflores es un templo o centro ceremonial que es característico del periodo Formativo, donde residía la clase sacerdotal y que recibía a mucha población que acudía a rendir culto a las divinidades de entonces. 

El templo de Miraflores tiene el mismo diseño de otros templos del periodo Formativo en la Costa central como Garagay (San Martín de Porres), Huacoy (valle del río Chillón), La Florida (Rímac), Cardal (Lurín), Mina Pérdida (Pachacámac), San Jacinto (Huando), Las Salinas (Pasamayo), entre otros. El área de distribución de estos recintos va desde Huaura por el norte hasta Mala por el sur, refirió.

Indicó que algunos de estos centros ceremoniales continuaron desarrollándose, incluso en paralelo con la cultura Chavín, considerada por Julio C. Tello como la matriz de las culturas del antiguo Perú. 

“Se trata de templos que fueron construidos por la población local, donde se organizaba el sistema de culto y llevaban el excedente productivo a fin de sostener a la clase sacerdotal dirigencial”, anotó.

La organización de la población local posiblemente haya sido a nivel de ayllus y una cantidad de ayllus al parecer tenía su templo en forma de “U”, lo cual aún no se ha definido muy bien, aseveró Van Dalen, al destacar que Miraflores y San Jacinto son los templos en forma de “U” más grandes de la Costa central, incluso de mayor dimensión que Garagay. 

“Se piensa que Miraflores pudo albergar durante las celebraciones religiosas a miles de personas que llegaban de todos los rincones del valle para participar en estas actividades que se realizaban en el interior, sobre todo en la plaza que se encuentra en medio de los montículos”, estimó. 

 

El arqueólogo precisó que el sitio de Miraflores tuvo ocupaciones posteriores en periodos prehispánicos tardíos, como la protagonizada por la cultura Chancay (1,200 y 1,470 d. C.). En ese sentido, dijo que, en las próximas semanas, conforme avancen las excavaciones, se tendrá material que permita establecer características de la cerámica, secuencias culturales y otros aspectos.

 

Van Dalen refirió que la investigación que vienen desarrollando en Miraflores es pionera y se produjo luego de realizar en los últimos años prospecciones arqueológicas que llevaron a identificar el sitio y, a partir de allí, se hicieron los trabajos de planimetría, elaboración de los informes preliminares y se determinó que se trataba de un templo en “U” por sus características y que no había sido trabajado a partir de la revisión de los antecedentes.

Si bien el financiamiento de este proyecto arqueológico proviene esencialmente de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Van Dalen indicó que tiene prevista una reunión con las autoridades de la Municipalidad Distrital de Aucallama y de entidades públicas y privadas para conseguir mayor presupuesto y con ello garantizar sostenibilidad y continuidad a esta importante investigación arqueológica.

El equipo que lidera Pieter Van Dalen está conformado por 13 investigadores, entre licenciados, bachilleres y estudiantes de Arqueología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Señor del Mar en Macatón

En febrero de este año, el arqueólogo Pieter Van Dalen y su equipo de investigación volvió a protagonizar un nuevo hallazgo arqueológico al descubrir restos humanos de hace más de 800 años de antigüedad en el sitio arqueológico funeraria de Macatón, ubicado en la provincia de Huaral, región Lima 

Precisó que se trata de los restos de dos individuos adultos y un neonato, pertenecientes a la cultura Chancay, del periodo intermedio tardío (1000-1550 d.C). Sostuvo que el niño y uno de los adultos se encuentran dentro de fardos funerarios o envolturas textiles, aún sin abrir; y según los investigadores se tratarían de una madre y su hijo. En tanto que el otro individuo adulto se halló expuesto en estado esquelético con sus fardos rasgados por acción de los huaqueros.

Pieter Van Dalen reveló que se trataría de un entierro múltiple ocurrido durante el 1200 d.C. o más, y los difuntos habrían pertenecido a un estrato social bajo de la cultura Chancay.

Macatón es uno de los más importantes y extensos cementerios de la cultura Chancay, ubicado en el valle bajo de Chancay, a cinco kilómetros al sur de la ciudad de Huaral, en el centro poblado El Ángel, a una hora y media en auto desde el centro de Lima.

En este hallazgo arqueológico también destaca el denominado “Señor del Mar”, un personaje de élite de la cultura Chancay. “Esta es la tumba de mayores características y de mayor envergadura descubierta hasta ahora. Fue encontrada en una tumba de siete metros por lado y siete metros de profundidad, lo que nos hace ver que se trataba de un personaje de alto estatus”, refirió. 

Junto con las osamentas de esta autoridad local fueron encontrados materiales asociados a su jerarquía como vasijas de arcilla que contenían restos de alimentos que fueron incluidas en el ajuar funerario como parte del ritual mortuorios. Asimismo, se apreció la presencia de objetos, como un remo hecho de madera, que permiten asociar su quehacer en vida con la actividad pesquera.

“Se trataría de un personaje de élite, un curaca, que dirigía a un importante segmento de la población pesquera aquí”, subrayó Van Dalen.

El Señor del mar estaba enterrado junto con otras personas que al perecer eran familiares y sirvientes que eran sacrificados para acompañarlo hacia su descanso eterno. Se trataba de una práctica frecuente en las culturas prehispánicas.

“Muchas veces, las personas querían acompañar a sus líderes en ese viaje al mundo de los muertos, y por ello sus familiares y sirvientes eran sacrificados y enterrados junto con él”, remarcó.

Van Dalen sostuvo que esta autoridad prehispánica no sería la única que estaría enterrada en esta área funeraria de 50 hectáreas, puesto que existen centros urbanos próximos en el valle de Chancay cuyas autoridades político-religiosas y población también habrían tenido como última morada ese gran centro de enterramiento.

Van Dalen Luna indicó que los centros urbanos prehispánicos más próximos al cementerio de Macatón son Piquillo Chico, en el valle medio del río Chancay; así como Huaral viejo, lamentablemente destruido, y Pancha la huaca que se encuentra al este del camposanto precolombino. 

“Es posible encontrar tumbas de otros personajes de alto estatus (como el Señor del mar) que formaban parte de la cultura Chancay, una cultura naturalista que representaba elementos naturales de su medio circundante en la cerámica, los textiles y otros materiales culturales”, manifestó.

Finos murales mochicas en el valle de Nepeña

Finos murales de origen mochica fueron hallados en marzo de este año por arqueólogos peruanos en la zona de Pañamarca, en el valle de Nepeña, ubicado en el distrito del mismo nombre, provincia del Santa, región Áncash.

Así lo reveló la arqueóloga Jessica Ortiz Zevallos, quien explicó que el trazo pertenece a la línea fina característica de la cerámica mochica y destacó que por una serie de hechos afortunados se ha conservado la pintura mural original prácticamente intacta.

“Son estructuras de barro, enlucidas con mortero de barro. Sobre ello se ha pintado una capa blanca. Encima de eso, a su vez, se han hecho las líneas de los dibujos”, refirió al Diario Oficial El Peruano.

Manifestó que se tuvo la suerte de que los antiguos mochicas, al clausurar algunos de estos espacios, los taparon con adobes. Indicó que hay información del siglo XIX en que se descubrieron otras figuras y con el tiempo han desaparecido.

“Estamos aportando significativamente a la parte central del trabajo al brindar una mirada de las perspectivas y prioridades de las personas que caminaron por este paisaje mucho antes que nosotros”, dijo Ortiz Zevallos.

Ortiz de Zevallos apuntó que el tipo de trabajo que desarrollan es muy cuidadoso para evitar que las condiciones climáticas afecten las estructuras o su decorado. Por ejemplo, se ha preferido dejar tapados algunos lugares para evitar la erosión.

No obstante, explicó que han dado con algunos diseños interesantes. Uno de ellos es el de un personaje de dos rostros, que sostiene en una mano plumas y en la otra una copa de la que beben aves.

El edificio en el que están excavando, denominado edificio con pilares, aparentemente tenía pinturas en todos los muros. Lo descubierto es de dos metros de largo y un metro ochenta de alto.

Nuevos hallazgos en Rupac redefinen su antigüedad

En junio de este año, el arqueólogo Pieter Van Dalen Luna reveló que la ocupación del sitio arqueológico Rupac, situado en la zona altoandina de la provincia de Huaral, al norte de Lima, se remonta a hace 2,000 años y no a 1,000 como se pensaba hasta ahora, como lo evidencian recientes hallazgos que cambian el panorama cultural que se tenía sobre este complejo urbano preínca.

“Las excavaciones permitieron recuperar una serie de contextos importantes que cambian el panorama cultural sobre el sitio de Rupac. Antes de pensaba que este sitio fue construido hacia el año 1,000 de nuestra era. Ahora tenemos evidencia que este sitio tiene una ocupación de hace 2,000 años; es decir, desde el año cero de nuestra era en adelante”, reveló Van Dalen, director del proyecto de investigación arqueológica Rupac, en entrevista con la Agencia de Noticias Andina. 

El sitio arqueológico Rupac se sitúa en lo alto de una gran montaña a 3,580 metros sobre el nivel del mar, dentro de la jurisdicción de la comunidad campesina de San Salvador de Pampas, en el distrito de Atavillos Bajo, provincia de Huaral del departamento de Lima.

 

Van Dalen Luna explicó que la zona donde se desarrolla la investigación arqueológica comprende los sectores Rupac como área nuclear; Corcopa, que se ubica a dos horas de camino más arriba y el cerro Chuquimango, ubicado en la cima del flanco montañoso andino a 4,800 metros de altitud y que fue el apu tutelar o divinidad más importante de las poblaciones que ocuparon Rupac, entre las que destacaron los Atavillos.

El arqueólogo refirió que las excavaciones, iniciadas en junio de 2022, duraron cinco meses y comprendieron intervenciones en el exterior e interior de las construcciones de piedra de siete metros de alto y de forma cuadrangular y que presentan una serie de cámaras internas. Sin embargo, este proyecto pionero en el estudio arqueológico de Rupac tuvo una primera etapa de prospección en 2015, precisó.

La historia del antiguo Perú: conoce los notables hallazgos arqueológicos de este 2023

En Huaral, Cajamarca, Ayacucho, Puno, Barranca, entre otras zonas del país

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17:44 | Lima, oct. 22.

    

Gracias al denonado trabajo de arqueólogos peruanos y de otros países se sigue reconstruyendo sin cesar la ancestral y magnífica historia del Perú prehispánico. Y este 2023 se han registrado notables hallazgos arqueológicos que sorprenden al mundo y que revelan la incontable riqueza cultural heredada de las antiguas civilizaciones que poblaron y transformaron nuestro vasto y complejo territorio. Estos hallazgos enriquecen el notable patrimonio material e inmaterial de nuestro país.

 

A continuación, los descubrimientos arqueológicos más notables del Perú en lo que va de este año:

 

Templo del periodo Formativo en forma de U en Huaral

 

En febrero de este año, un equipo de investigadores liderados por el arqueólogo Pieter Van Dalen Luna encontró en el valle de Chancay, a una hora y media de Lima, restos de un templo en forma de letra “U” que tendría 3,500 años de antigüedad y es uno de los templos ceremoniales del periodo Formativo andino más grandes de la Costa central peruana.

 

 

Sepultado por toneladas de piedras del tipo de cantos rodados (circulares), el denominado templo en “U” de Miraflores, descubierto por el equipo de arqueólogos, está situado en la margen izquierda del valle bajo del río Chancay, en el distrito de Aucallama, provincia de Huaral, región Lima. 

 

Según el arqueólogo Van Dalen, este tipo de edificaciones fueron sitios ceremoniales con disposición en “U”, conformadas por una estructura piramidal central y dos edificaciones alargadas, en algunos casos articuladas con la edificación central. 

 

 

Tras el abandono del sitio, dijo, este fue cubierto con piedras y muchos de sus recintos fueron destruidos, siendo ocupado por la cultura Chancay (1000-1470 d. C.), cuyos habitantes lo utilizaron como áreas de enterramiento ocasional y las tumbas las elaboraron con las mismas piedras (cantos rodados) dejadas en la zona.

 

“La ejecución de este proyecto de investigación es trascendente debido a que permitirá conocer la importancia que tuvo este sitio ceremonial hacia el primer milenio antes de Cristo, en el contexto del valle de Chancay, quiénes lo ocuparon y con qué fin”, informó Van Dalen.

 

 

Las investigaciones, que dirige el también docente sanmarquino del Departamento Académico de Arqueología, de la Facultad de Ciencias Sociales, son las primeras de su tipo que se efectúan en la zona del norte de Lima.

 

“Estamos seguros de que en las próximas semanas reportaremos importantes hallazgos, que contribuirán al mejor entendimiento de este sitio arqueológico temprano con arquitectura monumental”, concluyó.

 

La “Chacana” o cruz andina más antigua de Sudamérica

 

El equipo dirigido por el arqueólogo Pieter Van Dalen volvió a ser noticia en marzo de este año cuando descubrió un templo de alrededor de 4,000 años de antigüedad en el valle de Chancay, provincia de Huaral, región Lima, que atesora en uno de sus frisos una cruz andina que, de estar completa, tal y como sospechan los expertos, sería la evidencia más antigua en Suramérica de una "chacana", nombre con el que son conocidas.

 

 

El equipo dirigido por el arqueólogo Pieter Van Dalen volvió a ser noticia en marzo de este año cuando descubrió un templo de alrededor de 4,000 años de antigüedad en el valle de Chancay, provincia de Huaral, región Lima, que atesora en uno de sus frisos una cruz andina que, de estar completa, tal y como sospechan los expertos, sería la evidencia más antigua en Suramérica de una "chacana", nombre con el que son conocidas.

 

Este hallazgo revelaría, según Van Dalen, que hubo una ocupación aimara hace 3,000 o 4,000 años en la costa central del Perú y que luego dicha población migró hacia el altiplano para asentarse permanentemente en lo que hoy es el departamento de Puno y el vecino país de Bolivia.

 

Este centro ceremonial en forma de letra "U" se ubica en la margen izquierda del valle bajo del río Chancay, dentro del sitio arqueológico de Miraflores, en la provincia de Huaral, a unos 95 kilómetros al norte de Lima.

 

 

El sitio arqueológico debe su nombre a que se encuentra dentro del centro poblado Miraflores, que pertenece al distrito de Aucallama, en la provincia de Huaral del departamento de Lima. Se ubica exactamente en la margen izquierda del valle bajo del río Chancay, a un kilómetro y medio de distancia de dicho río y junto a la carretera que va hacia el centro poblado de Miraflores. Desde la ciudad de Huaral se encuentra a 15 minutos en automóvil.

 

La distancia del sitio arqueológico al centro poblado de Miraflores es de aproximadamente 2 kilómetros, lo que ha permitido que el lugar se mantenga con buen estado de conservación, con el apoyo de la propia población, destacó.

 

Van Dalen explicó que el sitio arqueológico Miraflores es un templo o centro ceremonial que es característico del periodo Formativo, donde residía la clase sacerdotal y que recibía a mucha población que acudía a rendir culto a las divinidades de entonces. 

 

 

El templo de Miraflores tiene el mismo diseño de otros templos del periodo Formativo en la Costa central como Garagay (San Martín de Porres), Huacoy (valle del río Chillón), La Florida (Rímac), Cardal (Lurín), Mina Pérdida (Pachacámac), San Jacinto (Huando), Las Salinas (Pasamayo), entre otros. El área de distribución de estos recintos va desde Huaura por el norte hasta Mala por el sur, refirió.

 

Indicó que algunos de estos centros ceremoniales continuaron desarrollándose, incluso en paralelo con la cultura Chavín, considerada por Julio C. Tello como la matriz de las culturas del antiguo Perú. 

 

“Se trata de templos que fueron construidos por la población local, donde se organizaba el sistema de culto y llevaban el excedente productivo a fin de sostener a la clase sacerdotal dirigencial”, anotó.

 

La organización de la población local posiblemente haya sido a nivel de ayllus y una cantidad de ayllus al parecer tenía su templo en forma de “U”, lo cual aún no se ha definido muy bien, aseveró Van Dalen, al destacar que Miraflores y San Jacinto son los templos en forma de “U” más grandes de la Costa central, incluso de mayor dimensión que Garagay. 

 

 

“Se piensa que Miraflores pudo albergar durante las celebraciones religiosas a miles de personas que llegaban de todos los rincones del valle para participar en estas actividades que se realizaban en el interior, sobre todo en la plaza que se encuentra en medio de los montículos”, estimó. 

 

El arqueólogo precisó que el sitio de Miraflores tuvo ocupaciones posteriores en periodos prehispánicos tardíos, como la protagonizada por la cultura Chancay (1,200 y 1,470 d. C.). En ese sentido, dijo que, en las próximas semanas, conforme avancen las excavaciones, se tendrá material que permita establecer características de la cerámica, secuencias culturales y otros aspectos.

 

Van Dalen refirió que la investigación que vienen desarrollando en Miraflores es pionera y se produjo luego de realizar en los últimos años prospecciones arqueológicas que llevaron a identificar el sitio y, a partir de allí, se hicieron los trabajos de planimetría, elaboración de los informes preliminares y se determinó que se trataba de un templo en “U” por sus características y que no había sido trabajado a partir de la revisión de los antecedentes.

 

Si bien el financiamiento de este proyecto arqueológico proviene esencialmente de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Van Dalen indicó que tiene prevista una reunión con las autoridades de la Municipalidad Distrital de Aucallama y de entidades públicas y privadas para conseguir mayor presupuesto y con ello garantizar sostenibilidad y continuidad a esta importante investigación arqueológica.

 

El equipo que lidera Pieter Van Dalen está conformado por 13 investigadores, entre licenciados, bachilleres y estudiantes de Arqueología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

 

Señor del Mar en Macatón

 

En febrero de este año, el arqueólogo Pieter Van Dalen y su equipo de investigación volvió a protagonizar un nuevo hallazgo arqueológico al descubrir restos humanos de hace más de 800 años de antigüedad en el sitio arqueológico funeraria de Macatón, ubicado en la provincia de Huaral, región Lima 

 

 

Precisó que se trata de los restos de dos individuos adultos y un neonato, pertenecientes a la cultura Chancay, del periodo intermedio tardío (1000-1550 d.C). Sostuvo que el niño y uno de los adultos se encuentran dentro de fardos funerarios o envolturas textiles, aún sin abrir; y según los investigadores se tratarían de una madre y su hijo. En tanto que el otro individuo adulto se halló expuesto en estado esquelético con sus fardos rasgados por acción de los huaqueros.

 

Pieter Van Dalen reveló que se trataría de un entierro múltiple ocurrido durante el 1200 d.C. o más, y los difuntos habrían pertenecido a un estrato social bajo de la cultura Chancay.

 

Macatón es uno de los más importantes y extensos cementerios de la cultura Chancay, ubicado en el valle bajo de Chancay, a cinco kilómetros al sur de la ciudad de Huaral, en el centro poblado El Ángel, a una hora y media en auto desde el centro de Lima.

 

 

En este hallazgo arqueológico también destaca el denominado “Señor del Mar”, un personaje de élite de la cultura Chancay. “Esta es la tumba de mayores características y de mayor envergadura descubierta hasta ahora. Fue encontrada en una tumba de siete metros por lado y siete metros de profundidad, lo que nos hace ver que se trataba de un personaje de alto estatus”, refirió. 

 

Junto con las osamentas de esta autoridad local fueron encontrados materiales asociados a su jerarquía como vasijas de arcilla que contenían restos de alimentos que fueron incluidas en el ajuar funerario como parte del ritual mortuorios. Asimismo, se apreció la presencia de objetos, como un remo hecho de madera, que permiten asociar su quehacer en vida con la actividad pesquera.

 

 

“Se trataría de un personaje de élite, un curaca, que dirigía a un importante segmento de la población pesquera aquí”, subrayó Van Dalen.

 

El Señor del mar estaba enterrado junto con otras personas que al perecer eran familiares y sirvientes que eran sacrificados para acompañarlo hacia su descanso eterno. Se trataba de una práctica frecuente en las culturas prehispánicas.

 

“Muchas veces, las personas querían acompañar a sus líderes en ese viaje al mundo de los muertos, y por ello sus familiares y sirvientes eran sacrificados y enterrados junto con él”, remarcó.

 

 

Van Dalen sostuvo que esta autoridad prehispánica no sería la única que estaría enterrada en esta área funeraria de 50 hectáreas, puesto que existen centros urbanos próximos en el valle de Chancay cuyas autoridades político-religiosas y población también habrían tenido como última morada ese gran centro de enterramiento.

 

En entrevista con la Agencia de Noticias Andina durante una visita al mencionado sitio arqueológico, Van Dalen Luna indicó que los centros urbanos prehispánicos más próximos al cementerio de Macatón son Piquillo Chico, en el valle medio del río Chancay; así como Huaral viejo, lamentablemente destruido, y Pancha la huaca que se encuentra al este del camposanto precolombino. 

 

 

“Es posible encontrar tumbas de otros personajes de alto estatus (como el Señor del mar) que formaban parte de la cultura Chancay, una cultura naturalista que representaba elementos naturales de su medio circundante en la cerámica, los textiles y otros materiales culturales”, manifestó.

 

Finos murales mochicas en el valle de Nepeña

 

Finos murales de origen mochica fueron hallados en marzo de este año por arqueólogos peruanos en la zona de Pañamarca, en el valle de Nepeña, ubicado en el distrito del mismo nombre, provincia del Santa, región Áncash.

 

Así lo reveló la arqueóloga Jessica Ortiz Zevallos, quien explicó que el trazo pertenece a la línea fina característica de la cerámica mochica y destacó que por una serie de hechos afortunados se ha conservado la pintura mural original prácticamente intacta.

 

“Son estructuras de barro, enlucidas con mortero de barro. Sobre ello se ha pintado una capa blanca. Encima de eso, a su vez, se han hecho las líneas de los dibujos”, refirió al Diario Oficial El Peruano.

 

 

Manifestó que se tuvo la suerte de que los antiguos mochicas, al clausurar algunos de estos espacios, los taparon con adobes. Indicó que hay información del siglo XIX en que se descubrieron otras figuras y con el tiempo han desaparecido.

 

“Estamos aportando significativamente a la parte central del trabajo al brindar una mirada de las perspectivas y prioridades de las personas que caminaron por este paisaje mucho antes que nosotros”, dijo Ortiz Zevallos.

 

Ortiz de Zevallos apuntó que el tipo de trabajo que desarrollan es muy cuidadoso para evitar que las condiciones climáticas afecten las estructuras o su decorado. Por ejemplo, se ha preferido dejar tapados algunos lugares para evitar la erosión.

 

No obstante, explicó que han dado con algunos diseños interesantes. Uno de ellos es el de un personaje de dos rostros, que sostiene en una mano plumas y en la otra una copa de la que beben aves.

 

El edificio en el que están excavando, denominado edificio con pilares, aparentemente tenía pinturas en todos los muros. Lo descubierto es de dos metros de largo y un metro ochenta de alto.

 

Nuevos hallazgos en Rupac redefinen su antigüedad

 

En junio de este año, el arqueólogo Pieter Van Dalen Luna reveló que la ocupación del sitio arqueológico Rupac, situado en la zona altoandina de la provincia de Huaral, al norte de Lima, se remonta a hace 2,000 años y no a 1,000 como se pensaba hasta ahora, como lo evidencian recientes hallazgos que cambian el panorama cultural que se tenía sobre este complejo urbano preínca.

 

 

“Las excavaciones permitieron recuperar una serie de contextos importantes que cambian el panorama cultural sobre el sitio de Rupac. Antes de pensaba que este sitio fue construido hacia el año 1,000 de nuestra era. Ahora tenemos evidencia que este sitio tiene una ocupación de hace 2,000 años; es decir, desde el año cero de nuestra era en adelante”, reveló Van Dalen, director del proyecto de investigación arqueológica Rupac, en entrevista con la Agencia de Noticias Andina. 

 

 

El sitio arqueológico Rupac se sitúa en lo alto de una gran montaña a 3,580 metros sobre el nivel del mar, dentro de la jurisdicción de la comunidad campesina de San Salvador de Pampas, en el distrito de Atavillos Bajo, provincia de Huaral del departamento de Lima.

 

Van Dalen Luna explicó que la zona donde se desarrolla la investigación arqueológica comprende los sectores Rupac como área nuclear; Corcopa, que se ubica a dos horas de camino más arriba y el cerro Chuquimango, ubicado en la cima del flanco montañoso andino a 4,800 metros de altitud y que fue el apu tutelar o divinidad más importante de las poblaciones que ocuparon Rupac, entre las que destacaron los Atavillos.

 

Lea también: [Cruz andina descubierta en Huaral evidenciaría ocupación aimara en costa de Perú]

 

El arqueólogo refirió que las excavaciones, iniciadas en junio de 2022, duraron cinco meses y comprendieron intervenciones en el exterior e interior de las construcciones de piedra de siete metros de alto y de forma cuadrangular y que presentan una serie de cámaras internas. Sin embargo, este proyecto pionero en el estudio arqueológico de Rupac tuvo una primera etapa de prospección en 2015, precisó.

 

 

Entre los hallazgos destacan osamentas de los pobladores de Rupac que muestran cómo eran enterrados en posición sentada al interior de las cámaras funerarias ubicadas en los recintos y cuyas puertas de ingreso eran cubiertas. “En ciertas épocas del año, los esqueletos eran extraídos de las tumbas para fines de culto a los ancestros que era una actividad muy difundida en esta zona porque significaba estar en contacto con los antepasados y generar bienestar social”, manifestó.

Pieter Van Dalen dio a conocer también que los restos óseos analizados en esta investigación arqueológica evidencian que hubo “violencia social” no solo con otros grupos humanos mediante guerras, sino también dentro de la misma población de Rupac.

“Hay signos de mucha mortandad infantil como contusiones, golpes y otros episodios de violencia. Ello diferencia a Rupac de otras culturas vecinas de la costa como Chancay, que en ese tiempo vivían en paz”, puntualizó.

 

Agregó que en las excavaciones se encontró evidencias de las relaciones que hubo entre las culturas de Atavillos y Chancay, que fueron sus contemporáneos y vecinos.

 

En las excavaciones se hallaron también objetos metálicos elaborados en plata, cobre y aleaciones que estaban enterrados en chullpas y otras estructuras funerarias asociadas, pertenecientes a la cultura de Atavillos, que ocupó Rupac desde el año 1,000 hasta la llegada de los españoles.

“Este territorio de Atavillos fue una zona de alta producción metálica que fue aprovechada al máximo por la sociedad de entonces”, dijo.

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En Huaral, Cajamarca, Ayacucho, Puno, Barranca, entre otras zonas del país

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17:44 | Lima, oct. 22.

    

Gracias al denonado trabajo de arqueólogos peruanos y de otros países se sigue reconstruyendo sin cesar la ancestral y magnífica historia del Perú prehispánico. Y este 2023 se han registrado notables hallazgos arqueológicos que sorprenden al mundo y que revelan la incontable riqueza cultural heredada de las antiguas civilizaciones que poblaron y transformaron nuestro vasto y complejo territorio. Estos hallazgos enriquecen el notable patrimonio material e inmaterial de nuestro país.

 

A continuación, los descubrimientos arqueológicos más notables del Perú en lo que va de este año:

 

Templo del periodo Formativo en forma de U en Huaral

 

En febrero de este año, un equipo de investigadores liderados por el arqueólogo Pieter Van Dalen Luna encontró en el valle de Chancay, a una hora y media de Lima, restos de un templo en forma de letra “U” que tendría 3,500 años de antigüedad y es uno de los templos ceremoniales del periodo Formativo andino más grandes de la Costa central peruana.

 

 

Sepultado por toneladas de piedras del tipo de cantos rodados (circulares), el denominado templo en “U” de Miraflores, descubierto por el equipo de arqueólogos, está situado en la margen izquierda del valle bajo del río Chancay, en el distrito de Aucallama, provincia de Huaral, región Lima. 

 

Según el arqueólogo Van Dalen, este tipo de edificaciones fueron sitios ceremoniales con disposición en “U”, conformadas por una estructura piramidal central y dos edificaciones alargadas, en algunos casos articuladas con la edificación central. 

 

 

Tras el abandono del sitio, dijo, este fue cubierto con piedras y muchos de sus recintos fueron destruidos, siendo ocupado por la cultura Chancay (1000-1470 d. C.), cuyos habitantes lo utilizaron como áreas de enterramiento ocasional y las tumbas las elaboraron con las mismas piedras (cantos rodados) dejadas en la zona.

 

“La ejecución de este proyecto de investigación es trascendente debido a que permitirá conocer la importancia que tuvo este sitio ceremonial hacia el primer milenio antes de Cristo, en el contexto del valle de Chancay, quiénes lo ocuparon y con qué fin”, informó Van Dalen.

 

 

Las investigaciones, que dirige el también docente sanmarquino del Departamento Académico de Arqueología, de la Facultad de Ciencias Sociales, son las primeras de su tipo que se efectúan en la zona del norte de Lima.

 

“Estamos seguros de que en las próximas semanas reportaremos importantes hallazgos, que contribuirán al mejor entendimiento de este sitio arqueológico temprano con arquitectura monumental”, concluyó.

 

La “Chacana” o cruz andina más antigua de Sudamérica

 

El equipo dirigido por el arqueólogo Pieter Van Dalen volvió a ser noticia en marzo de este año cuando descubrió un templo de alrededor de 4,000 años de antigüedad en el valle de Chancay, provincia de Huaral, región Lima, que atesora en uno de sus frisos una cruz andina que, de estar completa, tal y como sospechan los expertos, sería la evidencia más antigua en Suramérica de una "chacana", nombre con el que son conocidas.

 

 

El equipo dirigido por el arqueólogo Pieter Van Dalen volvió a ser noticia en marzo de este año cuando descubrió un templo de alrededor de 4,000 años de antigüedad en el valle de Chancay, provincia de Huaral, región Lima, que atesora en uno de sus frisos una cruz andina que, de estar completa, tal y como sospechan los expertos, sería la evidencia más antigua en Suramérica de una "chacana", nombre con el que son conocidas.

 

Este hallazgo revelaría, según Van Dalen, que hubo una ocupación aimara hace 3,000 o 4,000 años en la costa central del Perú y que luego dicha población migró hacia el altiplano para asentarse permanentemente en lo que hoy es el departamento de Puno y el vecino país de Bolivia.

 

Este centro ceremonial en forma de letra "U" se ubica en la margen izquierda del valle bajo del río Chancay, dentro del sitio arqueológico de Miraflores, en la provincia de Huaral, a unos 95 kilómetros al norte de Lima.

 

 

El sitio arqueológico debe su nombre a que se encuentra dentro del centro poblado Miraflores, que pertenece al distrito de Aucallama, en la provincia de Huaral del departamento de Lima. Se ubica exactamente en la margen izquierda del valle bajo del río Chancay, a un kilómetro y medio de distancia de dicho río y junto a la carretera que va hacia el centro poblado de Miraflores. Desde la ciudad de Huaral se encuentra a 15 minutos en automóvil.

 

La distancia del sitio arqueológico al centro poblado de Miraflores es de aproximadamente 2 kilómetros, lo que ha permitido que el lugar se mantenga con buen estado de conservación, con el apoyo de la propia población, destacó.

 

Van Dalen explicó que el sitio arqueológico Miraflores es un templo o centro ceremonial que es característico del periodo Formativo, donde residía la clase sacerdotal y que recibía a mucha población que acudía a rendir culto a las divinidades de entonces. 

 

 

El templo de Miraflores tiene el mismo diseño de otros templos del periodo Formativo en la Costa central como Garagay (San Martín de Porres), Huacoy (valle del río Chillón), La Florida (Rímac), Cardal (Lurín), Mina Pérdida (Pachacámac), San Jacinto (Huando), Las Salinas (Pasamayo), entre otros. El área de distribución de estos recintos va desde Huaura por el norte hasta Mala por el sur, refirió.

 

Indicó que algunos de estos centros ceremoniales continuaron desarrollándose, incluso en paralelo con la cultura Chavín, considerada por Julio C. Tello como la matriz de las culturas del antiguo Perú. 

 

“Se trata de templos que fueron construidos por la población local, donde se organizaba el sistema de culto y llevaban el excedente productivo a fin de sostener a la clase sacerdotal dirigencial”, anotó.

 

La organización de la población local posiblemente haya sido a nivel de ayllus y una cantidad de ayllus al parecer tenía su templo en forma de “U”, lo cual aún no se ha definido muy bien, aseveró Van Dalen, al destacar que Miraflores y San Jacinto son los templos en forma de “U” más grandes de la Costa central, incluso de mayor dimensión que Garagay. 

 

 

“Se piensa que Miraflores pudo albergar durante las celebraciones religiosas a miles de personas que llegaban de todos los rincones del valle para participar en estas actividades que se realizaban en el interior, sobre todo en la plaza que se encuentra en medio de los montículos”, estimó. 

 

El arqueólogo precisó que el sitio de Miraflores tuvo ocupaciones posteriores en periodos prehispánicos tardíos, como la protagonizada por la cultura Chancay (1,200 y 1,470 d. C.). En ese sentido, dijo que, en las próximas semanas, conforme avancen las excavaciones, se tendrá material que permita establecer características de la cerámica, secuencias culturales y otros aspectos.

 

Van Dalen refirió que la investigación que vienen desarrollando en Miraflores es pionera y se produjo luego de realizar en los últimos años prospecciones arqueológicas que llevaron a identificar el sitio y, a partir de allí, se hicieron los trabajos de planimetría, elaboración de los informes preliminares y se determinó que se trataba de un templo en “U” por sus características y que no había sido trabajado a partir de la revisión de los antecedentes.

 

Si bien el financiamiento de este proyecto arqueológico proviene esencialmente de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Van Dalen indicó que tiene prevista una reunión con las autoridades de la Municipalidad Distrital de Aucallama y de entidades públicas y privadas para conseguir mayor presupuesto y con ello garantizar sostenibilidad y continuidad a esta importante investigación arqueológica.

 

El equipo que lidera Pieter Van Dalen está conformado por 13 investigadores, entre licenciados, bachilleres y estudiantes de Arqueología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

 

Señor del Mar en Macatón

 

En febrero de este año, el arqueólogo Pieter Van Dalen y su equipo de investigación volvió a protagonizar un nuevo hallazgo arqueológico al descubrir restos humanos de hace más de 800 años de antigüedad en el sitio arqueológico funeraria de Macatón, ubicado en la provincia de Huaral, región Lima 

 

 

Precisó que se trata de los restos de dos individuos adultos y un neonato, pertenecientes a la cultura Chancay, del periodo intermedio tardío (1000-1550 d.C). Sostuvo que el niño y uno de los adultos se encuentran dentro de fardos funerarios o envolturas textiles, aún sin abrir; y según los investigadores se tratarían de una madre y su hijo. En tanto que el otro individuo adulto se halló expuesto en estado esquelético con sus fardos rasgados por acción de los huaqueros.

 

Pieter Van Dalen reveló que se trataría de un entierro múltiple ocurrido durante el 1200 d.C. o más, y los difuntos habrían pertenecido a un estrato social bajo de la cultura Chancay.

 

Macatón es uno de los más importantes y extensos cementerios de la cultura Chancay, ubicado en el valle bajo de Chancay, a cinco kilómetros al sur de la ciudad de Huaral, en el centro poblado El Ángel, a una hora y media en auto desde el centro de Lima.

 

En este hallazgo arqueológico también destaca el denominado “Señor del Mar”, un personaje de élite de la cultura Chancay. “Esta es la tumba de mayores características y de mayor envergadura descubierta hasta ahora. Fue encontrada en una tumba de siete metros por lado y siete metros de profundidad, lo que nos hace ver que se trataba de un personaje de alto estatus”, refirió. 

 

Junto con las osamentas de esta autoridad local fueron encontrados materiales asociados a su jerarquía como vasijas de arcilla que contenían restos de alimentos que fueron incluidas en el ajuar funerario como parte del ritual mortuorios. Asimismo, se apreció la presencia de objetos, como un remo hecho de madera, que permiten asociar su quehacer en vida con la actividad pesquera.

 

 

“Se trataría de un personaje de élite, un curaca, que dirigía a un importante segmento de la población pesquera aquí”, subrayó Van Dalen.

 

El Señor del mar estaba enterrado junto con otras personas que al perecer eran familiares y sirvientes que eran sacrificados para acompañarlo hacia su descanso eterno. Se trataba de una práctica frecuente en las culturas prehispánicas.

 

“Muchas veces, las personas querían acompañar a sus líderes en ese viaje al mundo de los muertos, y por ello sus familiares y sirvientes eran sacrificados y enterrados junto con él”, remarcó.

 

 

Van Dalen sostuvo que esta autoridad prehispánica no sería la única que estaría enterrada en esta área funeraria de 50 hectáreas, puesto que existen centros urbanos próximos en el valle de Chancay cuyas autoridades político-religiosas y población también habrían tenido como última morada ese gran centro de enterramiento.

 

En entrevista con la Agencia de Noticias Andina durante una visita al mencionado sitio arqueológico, Van Dalen Luna indicó que los centros urbanos prehispánicos más próximos al cementerio de Macatón son Piquillo Chico, en el valle medio del río Chancay; así como Huaral viejo, lamentablemente destruido, y Pancha la huaca que se encuentra al este del camposanto precolombino. 

 

 

“Es posible encontrar tumbas de otros personajes de alto estatus (como el Señor del mar) que formaban parte de la cultura Chancay, una cultura naturalista que representaba elementos naturales de su medio circundante en la cerámica, los textiles y otros materiales culturales”, manifestó.

 

Finos murales mochicas en el valle de Nepeña

 

Finos murales de origen mochica fueron hallados en marzo de este año por arqueólogos peruanos en la zona de Pañamarca, en el valle de Nepeña, ubicado en el distrito del mismo nombre, provincia del Santa, región Áncash.

 

Así lo reveló la arqueóloga Jessica Ortiz Zevallos, quien explicó que el trazo pertenece a la línea fina característica de la cerámica mochica y destacó que por una serie de hechos afortunados se ha conservado la pintura mural original prácticamente intacta.

 

“Son estructuras de barro, enlucidas con mortero de barro. Sobre ello se ha pintado una capa blanca. Encima de eso, a su vez, se han hecho las líneas de los dibujos”, refirió al Diario Oficial El Peruano.

 

 

Manifestó que se tuvo la suerte de que los antiguos mochicas, al clausurar algunos de estos espacios, los taparon con adobes. Indicó que hay información del siglo XIX en que se descubrieron otras figuras y con el tiempo han desaparecido.

 

“Estamos aportando significativamente a la parte central del trabajo al brindar una mirada de las perspectivas y prioridades de las personas que caminaron por este paisaje mucho antes que nosotros”, dijo Ortiz Zevallos.

 

Ortiz de Zevallos apuntó que el tipo de trabajo que desarrollan es muy cuidadoso para evitar que las condiciones climáticas afecten las estructuras o su decorado. Por ejemplo, se ha preferido dejar tapados algunos lugares para evitar la erosión.

 

No obstante, explicó que han dado con algunos diseños interesantes. Uno de ellos es el de un personaje de dos rostros, que sostiene en una mano plumas y en la otra una copa de la que beben aves.

 

El edificio en el que están excavando, denominado edificio con pilares, aparentemente tenía pinturas en todos los muros. Lo descubierto es de dos metros de largo y un metro ochenta de alto.

 

Nuevos hallazgos en Rupac redefinen su antigüedad

 

En junio de este año, el arqueólogo Pieter Van Dalen Luna reveló que la ocupación del sitio arqueológico Rupac, situado en la zona altoandina de la provincia de Huaral, al norte de Lima, se remonta a hace 2,000 años y no a 1,000 como se pensaba hasta ahora, como lo evidencian recientes hallazgos que cambian el panorama cultural que se tenía sobre este complejo urbano preínca.

 

 

“Las excavaciones permitieron recuperar una serie de contextos importantes que cambian el panorama cultural sobre el sitio de Rupac. Antes de pensaba que este sitio fue construido hacia el año 1,000 de nuestra era. Ahora tenemos evidencia que este sitio tiene una ocupación de hace 2,000 años; es decir, desde el año cero de nuestra era en adelante”, reveló Van Dalen, director del proyecto de investigación arqueológica Rupac, en entrevista con la Agencia de Noticias Andina. 

 

 

El sitio arqueológico Rupac se sitúa en lo alto de una gran montaña a 3,580 metros sobre el nivel del mar, dentro de la jurisdicción de la comunidad campesina de San Salvador de Pampas, en el distrito de Atavillos Bajo, provincia de Huaral del departamento de Lima.

 

Van Dalen Luna explicó que la zona donde se desarrolla la investigación arqueológica comprende los sectores Rupac como área nuclear; Corcopa, que se ubica a dos horas de camino más arriba y el cerro Chuquimango, ubicado en la cima del flanco montañoso andino a 4,800 metros de altitud y que fue el apu tutelar o divinidad más importante de las poblaciones que ocuparon Rupac, entre las que destacaron los Atavillos.

 

Lea también: [Cruz andina descubierta en Huaral evidenciaría ocupación aimara en costa de Perú]

 

El arqueólogo refirió que las excavaciones, iniciadas en junio de 2022, duraron cinco meses y comprendieron intervenciones en el exterior e interior de las construcciones de piedra de siete metros de alto y de forma cuadrangular y que presentan una serie de cámaras internas. Sin embargo, este proyecto pionero en el estudio arqueológico de Rupac tuvo una primera etapa de prospección en 2015, precisó.

 

 

Entre los hallazgos destacan osamentas de los pobladores de Rupac que muestran cómo eran enterrados en posición sentada al interior de las cámaras funerarias ubicadas en los recintos y cuyas puertas de ingreso eran cubiertas. “En ciertas épocas del año, los esqueletos eran extraídos de las tumbas para fines de culto a los ancestros que era una actividad muy difundida en esta zona porque significaba estar en contacto con los antepasados y generar bienestar social”, manifestó.

 

Pieter Van Dalen dio a conocer también que los restos óseos analizados en esta investigación arqueológica evidencian que hubo “violencia social” no solo con otros grupos humanos mediante guerras, sino también dentro de la misma población de Rupac.

 

 

“Hay signos de mucha mortandad infantil como contusiones, golpes y otros episodios de violencia. Ello diferencia a Rupac de otras culturas vecinas de la costa como Chancay, que en ese tiempo vivían en paz”, puntualizó.

 

Agregó que en las excavaciones se encontró evidencias de las relaciones que hubo entre las culturas de Atavillos y Chancay, que fueron sus contemporáneos y vecinos.

 

En las excavaciones se hallaron también objetos metálicos elaborados en plata, cobre y aleaciones que estaban enterrados en chullpas y otras estructuras funerarias asociadas, pertenecientes a la cultura de Atavillos, que ocupó Rupac desde el año 1,000 hasta la llegada de los españoles.

 

“Este territorio de Atavillos fue una zona de alta producción metálica que fue aprovechada al máximo por la sociedad de entonces”, dijo.

 

 

Asimismo, se encontró cerámica fragmentada en grandes cantidades, algunas tablillas de cerámica decorada de la época de ocupación inca, así como artefactos líticos para producir objetos metálicos, textiles y cerámica, además de objetos domésticos para preparación de alimentos. 

 

“Esto nos indica que hubo talleres artesanales en el interior de Rupac, donde se elaboraban vasijas y también elementos metálicos como prendedores, vinchas y otros adornos metálicos personales. También hemos encontrado algunos adornos hechos de cuarzo, láminas de metal correspondiente a pectorales, entre otros objetos”, detalló.

Comentó que los primeros ocupantes de Rupac fueron poblaciones de agricultores y ganaderos que se establecieron en la zona y que interactuaron con pueblos de la costa –principalmente con la cultura Lima, como lo evidencian vestigios de cerámica- y de la Amazonía peruana, como lo muestran objetos elaborados con plumas de aves oriundas de la selva. 

 

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