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Repensar la naturaleza humana

28-10-2022

Repensar la naturaleza humana

Por: Mirbel Epiquién.

 

Los premios Nobel de física y de medicina otorgados este año 2022 marcan un punto de inflexión sobre las ideas imperantes de la naturaleza del ser humano, y no se trata de descubrimientos que se hayan dado recientemente, el de física por ejemplo se viene trabajando al menos desde la década de los años 30 del siglo pasado, sino porque al reconocerlos se está cambiando de paradigmas sobre lo que somos y a dónde vamos como seres humanos. Pero vayamos por partes.

 

Empecemos con el Nobel de física entregado a los físicos; Anton Zeilinger de Austria, Alain Aspect de Francia y al norteamericano John Clauser. A ellos se les reconoce por sus trabajos sobre el entrelazamiento cuántico, un fenómeno que se presentan a escala subatómica cuando se observa una partícula y se la compara con otra. Veamos un ejemplo, se toman dos fotones o cualquier otra partícula subatómica y se las separa una de otra a cualquier distancia y lugar, digamos que al primero se le lleva a una isla desierta en el Pacífico y al otro se le lleva a una luna de Jupiter.

 

Luego, al observar la posición o estado de uno de ellos, casi por arte de magia el otro tendrá la misma posición o estado del otro, como si estuviesen conectados por telepatía, a este fenómeno se denominó entrelazamiento cuántico.

 

Esta situación que ocurre a escalas subatómicas nos lleva a reflexionar sobre la armonía que hay en el universo y nuestro propio ser formado por átomos que de alguna u otra forma sincronizan entre sí. Las implicancias tecnológicas que se vienen a futuro con estos experimentos ya demostrados en laboratorio son inmensas, pero las implicaciones filosóficas y antropológicas sobre los conceptos de nuestra naturaleza cósmica es algo que apenas empezamos a entender.

 

Cuando observamos lo que pasa en el mundo exterior de nuestro ser y valoramos o juzgamos las cosas irremediablemente tendrán los mismos efectos en nosotros mismos, ya no es un mantra o un precepto budista, ahora se trata de ciencia.

 

El siguiente caso es el Nobel de medicina, fue entregado al biólogo sueco-estonio Svante Pääbo, por sus trabajos en descifrar el código genético de uno de nuestros parientes extintos: los neandertales. A través de técnicas innovadoras no solo pudo extraer el genoma de los neardentales sino también compararlos con los del Homo sapiens, es decir el hombre moderno. Hoy se sabe que los europeos y los que de alguna forma tienen ancestros europeos, comparten entre el 2 y el 4% de su genoma con los extintos neardentales (el Homo neanderthalensis apareció en Europa luego de una migración africana mucho más antigua al Homo sapiens).

 

Algunos dirán que ese porcentaje es muy poco para ser considerados algo de neardentales pero solo diremos que entre el chimpancé y el ser humano solo hay 2% de diferencia genética, suficiente para crear dos especies distintas. Pääbo no solo extrajo ADN de los antiguos neandertales sino también descubrió otra especie de homínido, el hombre de Denísova, cuyos restos óseos fueron ubicados en una cueva de Siberia el año 2010.

 

Comparaciones posteriores del genoma denisovano con poblaciones actuales de ser humanos ha logrado rastrear genes en grupos étnicos de Filipinas y de Papua Nueva Guinea. Todos estos descubrimientos demuestran que hubo varias especies de humanos que convivieron y se reprodujeron entre sí, muchos de ellos se extinguieron, pero nos dejaron sus genes como evidencia de nuestra naturaleza; mixta, diversa, dinámica y flexible.

 

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